Por Medicina Responsable
13 de mayo de 2025El aliño indumentario del que hablaba Antonio Machado es correcto y armonioso, en el que parecen evitarse estampados demasiado sugerentes o colores vivos. El pantalón negro a juego con las sandalias negras de tacón abiertas, contrastan con una chaqueta blanca, estacional, que cubre una blusa en la que aparecen discretos y leves ornamentos de un pálido rosa.
Nos hablaría de una persona a la que no le obsesiona el fondo de armario, que opta por la funcionalidad, y la única atención más cuidadosa es la de las uñas de los pies, donde también la discreción huye de los rojos vivos, y el barniz transparente produce un resultado tan sobrio como limpio y elegante. Lleva una triada de anillos en el dedo anular de la mano derecha, y, otro, en el anular de la izquierda, a los que, de vez en cuando, toca o acaricia, como si fueran un sortilegio de compañía.
Produce una sensación de seguridad y sosiego. Escucha con atención nada mecánica, y prueba de ello es que inclina ligeramente el rostro, y mira con interés y franqueza. A los más apresurados en psicología social se les podría ocurrir que, tras estas maneras corteses y suaves, se podría intuir alguna debilidad. No se fíen. Hay gestos rotundos, o mejor dicho, educadamente rotundos, que anuncian firmeza en sus saberes y principios, y la energía suficiente para llevarlos a cabo.
A pesar de su veteranía, ante algunas preguntas tiende a fruncir la frente, signo de que todo lo considera importante, y se vacuna a sí misma de descuidos. Y, allá, al fondo de la mirada, hay dos destellos para anotar: sentido del humor y ternura. Los ejecutivos y las ejecutivas también se emocionan, y también ríen. Y como va a empezar el verano, el resumen más agradable que se me ocurre es que nunca produciría problemas como pasajera en un pequeño yate. Esa prueba que sólo superan unos pocos. Los mejores. Es un elogio sincero. Y, dado el recinto en el que nos encontramos, se lo decimos de corazón.
Retrato realizado en el desayuno informativo "El primer café"
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